En el principio de nuestra historia
La tarde se movía
Sobre la faz de las aguas.
Era el Mar Caribe
Y un destartalado faro
Sin pupilas
Nos vigilaba.
En el principio de nuestra historia
Millares de ángeles se movían
Agitando nuestras almas
Y un querubín errante
Apareció en tu mirada.
A partir de entonces
Me enamoré
Como nunca antes
Me enamoré
De los delirios de tu cuerpo
De los suspiros de tu alma,
A partir de entonces
Me adicté
A tu figura
A tu mágica nada.
Me dejé flotar en el viento
Con el rumbo de tu esperanza
Con la esperanza de amarnos
Para el resto
De nuestra enperennecida infancia.
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