Abandona ese fuego
Que sin cesar te consume
Y trepa a mis altas ramas
Donde la oleada de llamas
No puede llegar,
Ni por el este,
Ni por el mar.
Alcánzame en esta rama
Y ven a compartir
Conmigo el color
De tu pecho de añil.
Tus brazos son
La encarnación
Del millón de alas
Que perdí.
Y mi alma
Es pluma sin nada
De deseo ingrávida
Loca vaga,
Delirando por ti.
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